No sé tú, pero yo me escapo a la costa. Sin aire acondicionado y con calcetines de invierno. No necesito ni crema ni gafas de sol ya que no tengo intención ni de tomar el sol ni de mirar a los tios en bañador. No me llevo ni palas ni toalla. A mí la arena y el sol me dan igual.
Yo voy a la playa a escuchar a los demás hasta quedarme dormida en la arena. A comer bocatas. A mirar las estrellas. A no tener la necesidad de hablar, que los silencios sean cómodos. A beberme litros de batido. A tumbarme sobre una piedra a mirar el mar en silencio. A comer por primera vez en mi vida todo tipo de turbieces. A reírme de verdad, con el tono agudo que da mucha pena. A hacer surf. A akustikar. A tocar el cajon hasta que se me duerman las manos. A no dormir. A declarar al viento mi amor por el gran azul. A hacer fotos. A que me hagan aguadillas. A levantarme la ultima de todos y se tiren encima mio para despertarme. A jugar al ventiuno a las seis de la mañana y ganar. A estar dentro del agua dos horas seguidas. A viajar a venus. A liarnos la cabeza. A saltar muros y a trepar árboles. En definitiva, ser como es cada uno y querernos por ello.
Y al final, yo voy a la costa para tener que marcharme.
Y poder volver.
y volverás, gracias a que te marchaste volverás! improvisando akustikando toda la noche cantando y bailando, volveremos a ser y dar, y juntos seremos felices con solo estar
ResponderEliminarque bueno es verte marchar
sabiendo que volveras