No importa cuán loco te crean todos

domingo, 9 de junio de 2013

Los niños de una generación sin nombre.

Nuestros padres soñaron que podían cambiar el mundo experimentando con drogas, practicando el amor libre y predicando amor y paz. Pero su fiesta terminó demasiado pronto y una vez que el olor a marihuana se disipó en el año del 68 cambiaron sus ropas hippies por trajes sastre y sus consignas por empleos estables.
(El Club de la Lucha)

Pero no todo de aquellos sesenta murió en el entierro de Jim Morrison, quedaron restos que hicieron el papel de testigos de que aquello fue real y después vinieron los setenta y los ochenta, con el rock y las cazadoras de cuero y después nosotros, una generación atemporal, variopinta, hetereogénea y en la que nadie sabe lo que quiere ni sirve para nada.
Durante años velocidad y olvido jugaron a los cócteles molotov con nuestras derrotas y alegrías, nos hicieron huir y ahora nuestro pequeño y estúpido mundo es cada día mas parecido a los titulares de "El mundo Today"

Pero nuestros sueños caducaron en la nevera mientras esperábamos que fuera el momento preciso de cocinarlos, y sin embargo muchos se los siguen comiendo como si el olor a podrido no les molestara.
Retomamos el movimiento rock de nuestros padres, pusimos sus posters en nuestras habitaciones y desempolvamos sus vinilos. Y la música se convirtió en algo mucho más grande de lo que jamás pudimos imaginar. Grandes cobardes escondidos detrás de la tablatura que es nuestra vida. 
¿El viento se acordará de nuestras cenizas? Quizá de todas las polvaredas que nuestros pies levantaron en todos esos conciertos, éramos muchos, seguramente lo recuerde.
¿Por qué demonios lloraremos? Si es que recordamos lo que es llorar. 
Estaré bien, no te preocupes por mi, en serio,
y he durado 3 canciones en decir te quiero,
en voz muy baja,
como si fuera un secreto que yo no debiera escuchar,
las palabras tan tipicas.
con mi jodida inconsciencia de siempre.
riéndome de mi misma.

Con mi habitual despiste y mis ojos claros mirando hacia el infinito.
O con los cascos colgando de mis orejas y moviendo la cabeza al ritmo de la música.
Una soñadora mirando hacia una ventana.
Quizá ese sea el paisaje más bonito de Salamanca.